El presente libro titulado UNA BUENA ESTRELLA, reĆŗne unos cuantos poemas y escritos que escribĆ por los aƱos 70, asĆ como un librillo de mi amiga de Rosario (Argentina) Elda MarĆa PavĆ”n Maggi, titulado LETRAS PARA LA ESPERA (ProfecĆas al alcance del deseo acerca del advenimiento del Segundo Hombre). En aquellos tiempos ella y yo mantuvimos una linda amistad solo por correo. Para mĆ era como un oasis en el desierto afectivo en el que me encontraba; siempre que recibĆa sus cartas, me daba Ć”nimo para seguir adelante en esta vida, en la que me sentĆa tremendamente solo. "Toma mi mano", me escribĆa una y otra vez, y yo, en la distancia, la agarraba y sentĆa de cerca su compaƱĆa⦠El proceso militar que tuvo Argentina congeló algo nuestra relación y, en cierta manera formo parte de esa demencia perversa colectiva que sufrieron los argentinos. SegĆŗn me contó ella, muchas veces mis cartas le llegaban abiertas. ĀæQuĆ© demonios buscaban los que las abrĆan? TambiĆ©n me escribió que "veĆa cómo apoyaban el arma en las mejillas de su bebĆ©ā¦" Actualmente lo mejor es olvidar lo que sucedió, porque el olvidar es una forma de perdonar⦠En octubre de 1997, despuĆ©s de conseguir mi nĆŗmero de telĆ©fono de Alicante, me dijo lo siguiente, "Gracias, te quiero, lo siento, lo siento, perdóname" (Ho oponopono). Como profesor de Electrónica de Formación Profesional, aprovechĆ© las vacaciones de Semana Santa de 1998 para atravesar el ocĆ©ano AtlĆ”ntico e ir a Rosario, y seguir con nuestra historia que comenzó a finales del verano de 1973, en Alicante, en donde el Ćŗltimo dĆa de su estancia en EspaƱa, y de escuchar en la casa de mis padres, un fragmento de La Pasión segĆŗn San Mateo, de Johann Sebastian Bach, ella, con su poncho rojo, se alejó de EspaƱa. QuizĆ”s el Destino o nuestros Ć”ngeles de la guarda decidieron que viviĆ©ramos esta relación, tal como fue, no otra, y con este convencimiento las cosas siempre son perfectas de que sucedan tal cómo suceden.